Los últimos cuatro meses han sido brutales. Como mujer, la campaña #yotambién / #metoo me ha empoderado y me ha devastado.
Como mujer, siento que por un lado el derecho a que me escuchen y me crean empieza finalmente a concretarse, aunque a pasos pequeños y con velocidades muy distintas para cada une, de acuerdo a su nivel de privilegio. A la vez, como mujer, percibo que a raíz de una sociedad puritana y machista los diferentes géneros no compartimos el mismo lenguaje de consentimiento. Nos escuchamos, leemos y asumimos de forma muy distinta, generando en el mejor de los casos mal entendidos y en el peor violencia.
Así que hoy quiero hablar de consentimiento. Y ya que hablo también lo pongo en cuadraditos hípster para que compartan.
El consentimiento es un diálogo, verbal y no verbal, entre dos o más personas sobre nuestros deseos y nuestros límites; sobre lo que queremos y no queremos, cómo, cuándo y con quién. Sobre todo, el consentimiento no es una respuesta de sí o no – es un proceso.
En las últimas décadas, se ha hecho un esfuerzo gigante por dejar claro que “no significa no” y ahora nos toca entender que “si significa si quiero conversar”. El sexo significa cosas diferentes e incluye cosas diferentes para cada persona. Diferentes posiciones, diferentes juguetes, ningún juguete, diferentes niveles de cariño o brusquedad, diferentes niveles de hablar sucio, ningún hablar sucio, muchos orgasmos, pocos orgasmos, ningún orgasmo, con condón o sin condón, con penetración o sin penetración, con oral o sin oral, con anal o sin anal, con eyaculación en mil sitios diferentes o sin eyaculación, la lista es infinita. Así que cuando alguien nos dice “si quiero tener sexo contigo o con ustedes”, es esencial iniciar un diálogo y entender que desea cada persona en cada momento, a lo largo de todo el encuentro sexual. Para eso, es fundamental hacer con que la persona o personas con quien estamos se sientan seguras de decir qué quieren o no quieren, cómo y cuándo, verbal y/o no verbalmente.
Para dejarlo bien claro, el consentimiento: - es un diálogo que solo termina cuando el sexo termina; - es continuo y especifico; - tiene que ser mutuo, libre, informado y entusiástico; - es dado de forma verbal; - es retirado de forma verbal y no verbal; - puede ser retirado en cualquier circunstancia, en cualquier momento, por cualquier razón; - solo existe cuando todas las personas involucradas se sienten seguras, libres y conscientes; - y no puede, en ninguna circunstancia, resultar de un proceso de coerción, entendido por muchos cómo proceso de “conquista” e insistencia.
Muches ya tienen claro en que consiste en consentimiento verbal – si es si! Pero a mucha gente todavía le confunde el “no” indirecto y, sobretodo, el “no” silencioso – el rechazo no verbal. Muches creen que al exigir que se tome en cuenta el rechazo no verbal estamos pidiendo que se nos lea la mente – esto es, pidiendo lo imposible – pero, la verdad, es que es posible entendernos no verbalmente.
Como pareja sexual debemos crear un espacio seguro para todas las personas con quien tenemos sexo. Ese espacio debe incluir a todas las personas: las que fácilmente nos cuentan sus deseos y sus límites y las que no tienen la capacidad de expresarlos verbalmente. No todes consiguen expresar verbalmente sus límites y deseos y esto es válido y vinculante. Esto pasa por timidez, por educación, como consecuencia de trauma pasado o de abuso pasado, como consecuencia de la dinámica machista de la familia o sociedad, o porque simplemente estamos tirando con alguien que no habla nuestro idioma o que no entendemos. Cómo parejas sexuales tenemos que estar abiertas a esa posibilidad y atentas a las señales no verbales de rechazo.
Para que quede más claro, aquí dejo algunas: - evitar el contacto visual o físico; - evitar besos; - no moverse o tomar ningún tipo de iniciativa; - expresiones de incomodidad o tristeza; - alejamiento físico; - empujar alejando; - decir que no con la cabeza; - no reaccionar al toque y avances; - expresiones verbales no directas de incomodidad (eso duele; no estoy segura; tengo miedo; tal vez; más tarde tal vez; vamos parar un rato; vamos más despacio, etc).
Por fin, el consentimiento es un derecho de todes y es una obligación de todes. A todes nos compite crear un espacio de diálogo seguro, cómodo, libre, abierto e inclusivo, para que podamos garantir el consentimiento y para que podamos gritar bien alto cuando alguien dice #yotambién – no hubo ningún mal entendido, yo te creo, estoy contigo y la otra persona tenía la obligación de saberlo.