Una Carta Abierta a Lorena G. Maldonado y al Feminismo Blanco
Hace una semana llegó a mi feed del Facebook un artículo intitulado “Abandona a tu Diego Rivera: por qué Frida Kahlo no es un icono feminista”. Después de leer unos cuantos párrafos confirmé mis sospechas suscitadas por el título y lo intenté olvidar. Pero ayer nuevamente mi Facebook reencontró su camino hasta Frida. Esta vez me traía la carta que Frida le escribió a Georgia O’Keeffe, en 1933, al saber que esta se encontraba recuperando de su agotamiento nervioso. Leer a Frida, desde su propia letra, en ese bello acto de sororidad me hizo recordar a ese artículo y, esta vez, me puse a escribir.
El artículo que menciono fue publicado por el periódico español llamado “El Español” y fue redactado por Lorena G. Maldonado. Maldonado es malagueña, blanca, clase media alta. Yo por mi lado, también soy europea, también blanca y clase media. Digo esto porque estas cosas importan e influyen en las palabras que escribimos y desde donde escribimos. E influyen porque ambas escribimos sobre una mujer mestiza, bisexual, con capacidades diferentes, de Coyoacán Ciudad de México, que nació en 1907 y murió en 1954.
En su artículo, Maldonado intenta apelar a que todas, como mujeres que somos, no caigamos en la mentira del sistema patriarcal de que el sufrimiento hace parte del recorrido de cualquier mujer y de que el sufrimiento hace parte del recorrido de cualquier amor. Lo que intentó decirnos Maldonado fue que no tenemos que tener o aceptar a un Diego en nuestras vidas y que si lo tenemos, lo mejor que podemos hacer es abandonarlo.
El problema es que al intentar decir esto, no solo Maldonado se dejó convencer de otra mentira del sistema patriarcal – la de que las mujeres somos culpables de quedarnos con abusadores – como determinó que esa mentira era suficiente para olvidar el legado de Frida. Su artículo termina haciendo precisamente lo que Maldonado crítica y, parafraseando sus propias palabras, convierte a la Frida en camiseta de Los Ramones que tantos llevan sin haberlos escuchado nunca y la convierte en la mujer llana y hueca que no fue.
De entre lo que dice en su artículo, quisiera destacar a un par afirmaciones problemáticas que hace, desde su feminismo blanco y de su poca responsabilidad al escribir sobre alguien que pertenece a una cultura que no es la suya.
A cierto punto dice, criticando al lavado capitalista que sufrió la pintora, que “Kahlo es símbolo, en gran parte, por sus características físicas: sus recogido llenos de pimpollos, su ceja única, sus vestidos mexicanos”. En seguida termina el raciocino, clavando el cuchillo más hondo en la herida que al final sería la suya y nos dice “Es divertido observar cómo muchos celebran su ambigüedad estética como argumento clave para erigirla cono icono feminista”.
Lo que pasa, Lorena Maldonado, es que no son “pimpollos” lo que llevan en sus tocados las mujeres tehuanas. Los tocados que las mujeres tehuanas llevan son dos: uno construido desde la naturaleza, por medio de flores, y otro por un listón que se enreda a través del cabello.
Los “pimpollos” que mencionas Maldonado, son flores y no son una característica física, son parte de la cultura Mexicana, de la cultura Oaxaqueña, de la cultura zapoteca del Istmo de Tehuantepec. Tampoco son solo flores, tienen no solo una función estética como también un significado valorativo y un sentido dentro de la función comunicativa en esta cultura. Las flores representan a la mujer, deben ser elegidas para que combinen perfectamente con el huipil y la enagua que vista la mujer, deben colocarse según cierto orden y en el lado izquierdo si la mujer es soltera o en el derecho si está casada.
La “ceja única” de Kahlo no es solo una ceja Maldonado, su bigote que no mencionas no es solo un bigote. Ambos son símbolos importantes de la mujer latina, que es hirsuta, que tiene pelos, oscuros y por todo el lado. Pelos que siempre fueron y siguen siendo rechazados, juzgados y arrancados por la sociedad. Sus pelos de Frida son su libertad como mujer mestiza mexicana, que es ella misma, toda ella, sin borrar a ninguna parte para agradar al patriarcado blanco.
Sus “vestidos mexicanos” no son solo mexicanos Maldonado, son oaxaqueños, zapotecos, del Istmo de Tehuantepec. Su vestido de Frida es el traje de tehuana que hace parte y expresa toda una cultura milenaria, todo un universo y cosmovisión, con sus símbolos, sus conocimientos y sus modos.
Por último, si hay algo que no le podemos atribuir a Kahlo es ambigüedad estética. Los trajes tehuanos que lucía Frida son todo menos ambiguos. Son muy ellos mismos, en todo lo que representan.
Entrando ya en la relación que tenía con Rivera y sus abusos, Maldonado escribe que se deparó en internet con “la foto de un paño en el que aparecía Frida dibujada con una suerte de pasamontañas y un mensaje exquisito: Abandona a tu Diego Rivera”.
Una vez más, Maldonado la “suerte de pasamontañas” que mencionas es un símbolo de la resistencia indígena en México, un símbolo de la lucha zapatista. El pasamontañas es un símbolo de las mujeres zapatistas que luchan hace décadas por el fin del patriarcado capitalista blanco y racista, y lo hacen a su modo, dentro de su cosmovisión, expresando a sus culturas, que son varias.
En el ímpeto de “liberar a las mujeres de su Diego”, Lorena G. Maldonado blanqueó y borró de su texto a toda una cultura, varias además, y a toda una mujer. Ojalá Frida hubiera podido tener a un Rivera que fuese responsabilizado por sus actos, ojalá Frida hubiera podido tener a una Maldonado que le responsabilizara a Diego y no a ella por sus actos.
Frida visibilizó en ese entonces y para la posteridad a la mujer latina, a la comunidad LGBTQ+, a los pueblos y la cultura originaria mexicana, a la cultura mexicana en general, a la cultura zapoteca en particular, a la comunidad de personas con capacidades diferentes y a las mujeres víctimas de violencia doméstica en todas sus formas. Frida fue, es y será un ícono feminista.